El 31 de octubre, las puertas de La Kalle se abrieron de nuevo para dar vida a una nueva edición de la Casa del Terror del barrio. El espacio se llenó de imaginación, compañerismo y muchas ganas de crear algo grande. Este proyecto, que ya es toda una tradición en el barrio, volvió a mostrar la enorme energía y compromiso de nuestra juventud, capaz de convertir el miedo en arte y el arte en reflexión. Una experiencia colectiva que une, emociona y nos invita a mirar el mundo desde otros ojos.
Este año, la temática elegida fue la migración, un tema muy presente en nuestras calles y en muchas de nuestras vidas. Bajo el título “Las fronteras solo están en los mapas, ¿o no…?”, los y las jóvenes construyeron un recorrido que iba mucho más allá del susto: una experiencia que combinaba terror y empatía, oscuridad y esperanza.
Las vecinas atravesaron distintos espacios simbólicos —ciudades en guerra, el mar, la frontera, un campo de refugiadas, Europa—, enfrentándose a las sombras del miedo, la soledad y la discriminación que muchas personas migrantes viven en su día a día. Cada escena, creada con mimo y compromiso, invitaba a ponerse en la piel del otro, a mirar más allá de los prejuicios y a preguntarnos qué papel jugamos como sociedad.
Como siempre, toda la asociación se puso manos a la obra para que todo saliera perfecto. La chavalería de microinformática hizo la cartelería y Comercio se preparó para atender a las vecinas que se acercaron. Todas remando hacia un mismo objetivo. Detrás de cada pasillo, de cada maquillaje y de cada palabra, hubo semanas de trabajo colectivo, reflexión y aprendizaje por parte de la chavalería de El Lokal. La juventud de La Kalle volvió a demostrar que el arte, cuando se vive en comunidad, puede ser una forma poderosa de hablar de derechos humanos, empatía y convivencia.
Os dejamos un texto que redactaron para ofrecerles información a todas las personas que se acercaron:
